Luego de hablar sobre culturas antiguas, muebles y la
travesía de la religión y la política nos remontamos hacia algo plenamente
novedoso, y comienza en Inglaterra en el siglo XVIII, siglo con el que más nos
sentimos cómodos al hablar de él porque tenemos un conocimiento más certero
sobre éste.
Y
es que cuando me refiero a la revolución industrial, más de alguno de nosotros
debió ver una película de Charles Chapling metido en problemas dentro de una
fábrica y aunque sea muy cómica, si se analiza tiene algo de lógica, pero eso
lo dejaremos un poco de lado.
Enfoquémonos
en que fue el auge de producción hechas por máquina, aquello era tan
“sofisticado” que comenzaron a crear máquinas para todo y por su puesto, generó
consecuencias ya que se necesitaba menos personal para trabajar ya que las
máquinas hacían la parte mayoritaria. Y cuando digo que dejaban que las
máquinas hicieran casi todo, no solo me refiero a productos de menor escala y
mucho más, cuando estas máquinas ahora pueden manipular piezas metálicas de
gran tamaño y que en consecuencia los arquitectos de esa época se pusieron un
poco celosos ya que el fuerte de la ingeniería civil son las estructuras
metálicas y por lo tanto comenzaron a tomar mayor protagónico como el proyecto
del puente colgante de Clifton, la biblioteca nacional de París, el cristalpalace en gran Bretaña, etc.
Hablando un poco sobre cómo las personas se desenvolvían en
su día a día cabe mencionar que las grandes ciudades ahora se conocían como
“ciudades dormitorio” debido a que la mayoría de empleados habían emigrado
hacia la gran ciudad y por lo tanto les era conveniente buscar un lugar dónde
dormir cerca del perímetro del trabajo. Mencionando un detalle algo trágico,
debido a que los obreros comenzaban a manipular maquinaria tan novedosas era
casi normal que una persona tuviera algún tipo de accidente y es entonces que a
futuro se van a crear las reglas de seguridad para las fábricas.
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